EL CATEDRANISTA
«Observar y tomar nota. Explicar lo que pasa, porque pasan muchas cosas cada día en nuestra catedral. Captar el momento, la simplicidad de un gesto que encierra una historia, la imagen que sembrará un recuerdo, testimonio fiel que no resistiría una mentira.
El catedranista asiente o niega en silencio. El silencio de los templos que todo el mundo respeta. La sensación de un mundo dentro de otro mundo, vitrina blindada de creencias anudadas a las huellas que dejaron miles de generaciones, siglo a siglo, cantero y canónigo.
El catedranista toma nota mientras adivina el pulso del peregrino que llega pensando en alcanzar Finisterre al final del buen Camino. Buen camino al congresista que se asombra de lo que ve, de lo que le explican, de lo que siente y de lo que saborea. El catedranista no tiene espacio fijo, cantor de plaza en los pueblos, escribano de cuentoscon final feliz, lo suyo son historias de catedral, penitencia y rosario, foto digital y estriming, campanada que rompe la tradición de la siesta.
El catedranista empieza su andadura, mitad peregrino, mitad sedentario. La vida nunca fue un todo o una nada. Porque la historia, eslabón a eslabón, se escribe día a día. Y esa es la tarea que se ha impuesto. Ojalá la Virgen que le mira, le proteja y le inspire.»